Inflación
Nota temática
Nota temática
31/01/2022
En estos últimos dos años de pandemia, el mundo ha enfrentado desafíos sanitarios, sociales, ambientales y económicos. En el aspecto económico, tuvimos un primer impacto devastador, con el cierre parcial de la actividad económica que colocó una barrera, en un primer momento, en la producción y, más tarde, en el consumo, con un mayor impacto en los servicios. Inevitablemente hubo una pérdida de empleos y, aunque los gobiernos y los bancos centrales adoptaron medidas para preservar el poder adquisitivo de la población, las medidas restrictivas limitaron el consumo y alentaron el aumento del ahorro.
En este contexto de bajo consumo, se creó un entorno deflacionario, con caídas de precios a lo largo de toda la cadena de valor (la caída más significativa fue en el precio del petróleo en abril de 2020, cuando de manera impresionante y, por primera vez en la historia, el precio por barril en el mercado de futuros tocó territorio negativo).
Con la disponibilidad de vacunas a gran escala, así como con todo el conocimiento adquirido sobre el coronavirus, el mundo ha iniciado una tendencia de normalización. Con la reapertura de las economías, el consumo y el empleo resurgieron rápidamente, dejando a las empresas, aún enfrentadas a una capacidad productiva limitada, incapaces de responder. La fuerte demanda y la oferta limitada, combinadas con un aumento significativo de la base monetaria, crearon un escenario propicio para la revalorización de bienes y servicios.
El segundo semestre de 2021 estuvo marcado por el retorno de la inflación en el mundo desarrollado. Esta nueva perspectiva macroeconómica ha obligado a los bancos centrales a cambiar su postura y a embarcarse en un conjunto de medidas monetarias contractivas destinadas a limitar la evolución de los precios.
Entonces, ¿qué debemos esperar para 2022 y cuál es la mejor estrategia que los inversores pueden adoptar frente a un entorno inflacionario?
La tasa de inflación se define como la tasa de crecimiento de precios en la economía, que se puede medir a través de diversos indicadores de precios, siendo el más común el índice de precios al consumidor (IPC). La inflación también puede interpretarse como la pérdida de poder adquisitivo de una moneda determinada.
IPC: Calculado en base a la variación del precio promedio requerido para comprar un conjunto de bienes y servicios.
IPP: Un índice también importante en el análisis de la evolución de los precios en la economía es el índice de precios al productor (IPP), que calcula el precio promedio recibido por los productores en la venta de bienes y servicios.
Nota: Cuando la evolución de los precios en un período determinado es negativa, se denomina deflación. En caso de que los precios continúen subiendo, pero a un ritmo decreciente, es decir, cuando la tasa de inflación comienza a bajar, se llama desinflación.
Además del impacto directo de la inflación en el rendimiento real de nuestras inversiones, el mercado tiende a temer períodos de inflación alta y persistente debido a las respuestas contractivas de los bancos centrales. El mandato de los principales bancos centrales se centra en la estabilidad de precios (y en algunos casos en garantizar el pleno empleo) y, en este sentido, cuando la inflación está por encima del objetivo de los bancos centrales de manera sostenida, les obliga a contraer la oferta monetaria, en la mayoría de los casos a través de aumentos en los tipos de interés.
La incertidumbre actual es cuál será la magnitud necesaria de la subida de los tipos de interés para controlar la inflación, y si esa magnitud será suficiente para desacelerar la economía.
Si los inversores están convencidos de que la inflación será una variable ineludible en la asignación de su cartera, hay algunos activos que históricamente han demostrado un buen comportamiento en fases de alta inflación:
Dado el contexto actual de alta inflación en los principales bloques económicos, y si la presión sobre los precios persiste durante un largo período o continúa aumentando por encima de las expectativas del mercado, puede ser prudente asignar parte de la cartera a activos que tienden a tener un mejor rendimiento en el contexto de aumentos de precios.
Sin embargo, es importante señalar que, en nuestra opinión, el inversor no debe cambiar toda la composición de su cartera en respuesta a un posible escenario inflacionario. Porque las tendencias macroeconómicas aceptan un alto nivel de incertidumbre y, en un escenario en el que la inflación termina enfriándose naturalmente, los inversores podrían verse perjudicados al asignar toda su cartera a activos que están más correlacionados con la inflación.
En nuestra opinión, invertir en activos de calidad a precios atractivos a largo plazo sigue siendo la mejor estrategia en cualquier contexto macroeconómico.